Aimé Duval

Acabo de leer un pequeño comic sobre la vida de un músico cristiano, sacerdote jesuita de nombre Aimé Duval. Un hombre que decidió dedicar su vida al servicio de Dios a través de la música, que grabó 14 discos y vendió millones de copias. Un hombre que recorrió medio mundo cantando, durante casi 25 años entre conciertos y entrevistas. Un hombre hizo suya una de las enfermedades modernas, el alcoholismo, que estuvo internado en un hospital psiquiátrico, y que gracias a Alcohólicos Anóminos, después de alguna recaida, aprendió en camino para vencer al alcohol todos los días. Un hombre que acompañó a otros enfermos como él en distintos lugares de Francia. Un hombre que nació en Francia en 1918 y murió en ese mismo país en 1984. Un hombre de fe, un músico cristiano sacudido por los golpes de la vida y de la fama, un pionero entre los artistas de Dios.


Recorrer a grandes trazos la vida de este hombre me ha dejado pensando en varias cosas.
¡Qué grande es Dios que nos lleva a recorrer los caminos de la música cristiana!
¡Qué impresionante el exito en venta de discos, en conciertos...!
¡Qué duro se puede hacer todo eso si te refugias en cosas que no son Dios!
¡Qué importante es ser testigos de la fe y del evangelio!
¡Qué valentía para vencer todos los días la enfermedad del alcoholismo!

Ser cristiano es muy dificil, puedes ser sacerdote, consagrado, laico con mil año de experiencia, podemos levantar al público de sus sillas y provocar una gran ovación... todo eso lo hace la gente de forma espontánea, pero lo más importante es que nosotros, nunca, nunca, nunca que el verdarero artista es Jesucristo... a Él toda la gloria, a Él todos los aplausos, a Él todos los premios, porque sin Él no somos nada.

Lo importante no es, grabar muchos discos, ni ser muy famosos, ni hacer muchos conciertos, lo verdaderamente valioso son esos ratos que en la soledad, frente al Sagrario le cantamos a Jesús y el aplauso nos lo da Nuestro Señor desde la soledad sonora de nuestro interior.

No dejemos nunca la oración y practiquemos los conciertos a solas con Dios. Si quieres dedicarte a la música cristiana ahí tienes el principio, el culmen y el fin de esa vocación.

Hasta mañana, amigos

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