¿Quién apoya la música cristiana en España?

Por Guzmán Pérez Montiel*

Viene siendo bastante frecuente —en las jornadas, encuentros y “movidas” eclesiales— ver la actuación de algún cantante o grupo de música cristiana. Es un buen ingrediente o colofón que le pone, nunca mejor dicho, una “nota” juvenil y “moderna” a este tipo de convocatorias.

No hay duda de que es un elemento con el que mucha gente sintoniza de manera especial, sobre todo los jóvenes, y que llega al corazón de la persona mucho mejor que los sermones o escritos de nuestras celebraciones o publicaciones. Pero me pregunto si la presencia de la música en estos encuentros surge del convencimiento de su “fuerza pastoral” o simplemente de la preocupación estética por rellenar y dar “colorido” a estos eventos.

¿Por qué esta pregunta retórica? ¿Por qué esta crítica? Porque, o mucho me equivoco, o fuera de estos encuentros el apoyo institucional a la música cristiana es prácticamente inexistente. Nuestra Iglesia en España se ha preocupado bastante poco de promover las manifestaciones musicales que surgen de nuestras diócesis, congregaciones o movimientos. Creo no equivocarme mucho si afirmo que no existe en España una opción por promocionar la música en clave pastoral, evangelizadora.

Es cierto que en algunos lugares hay sacerdotes o grupos diocesanos que hacen intentos por promoverla, por acercar el mensaje del Evangelio a los “fieles” (o a los alejados) a través de la música. Y también es cierto que desde la base hay cristianos que intentan compartir su fe desde sus capacidades artísticas o musicales, incluso algunos en ambientes totalmente “seculares”.

Pero, en el fondo, nadie se arriesga a perder “un duro” promocionando a los artistas cristianos, ni siquiera los propios creyentes, que raramente compran un CD (en los pocos sitios en que se pueden encontrar, por cierto).

Tengo la impresión de que mucha gente sólo escucha música religiosa cuando va a misa los domingos e ignora que exista otra…

Hace año y medio, el Padre Don José (sacerdote de la diócesis de Toledo y músico) publicaba un comunicado en el que hacía un llamamiento a este respecto. En concreto, invitaba a todos aquellos vinculados de algún modo a la música católica en España, a unirse a esta “causa”: presionar a los medios de comunicación “eclesiales” (COPE, Popular Televisión o Cadena Cien, entre otros) para que hicieran un hueco en su programación a la música cristiana y divulgar así el trabajo de muchos solistas y grupos.

Imagino que Don José y los que manifestamos nuestra adhesión a esta iniciativa no logramos ningún éxito pues, exceptuando Radio María (que ofrece, de madrugada, el programa Sonido XXI), ningún otro medio católico oficial incluye en su parrilla un espacio en el que se den a conocer las canciones de estos artistas.

Está claro que la música religiosa no tiene el “tirón” que pueda tener la música comercial, al menos “a bote pronto”. Pero desde luego nadie la podrá apreciar si no hay ninguna plataforma que la acerque al público y la dé a conocer de la manera más “atractiva” posible, incluso entre aquellos que no creen.

A menudo escuchamos a los responsables y pastores de nuestra Iglesia que los cristianos debemos estar presentes en la cultura, ser semillas de Evangelio en nuestra sociedad, anunciar explícitamente a Jesucristo también en los lenguajes que el hombre y la mujer de hoy puedan comprender.

¿Hay algún cauce para ello más universal y con más “gancho” que la música? Es cierto que los Medios de Comunicación Social no se mantienen del “aire”, y que da más dinero y audiencia otro tipo de programas, pero entonces, ¿la economía y la rentabilidad son el único criterio para quienes se supone que vivimos desde otros valores?

Está claro que no es fácil ser músico cristiano en ninguna parte, pero serlo en España es un “más difícil todavía”. A la dificultad para sacar adelante un trabajo discográfico se le une el desconocimiento de estos músicos entre los fieles y las comunidades cristianas, además de la falta de “promoción”, que a menudo se justifica en base a evitar que estos artistas se “endiosen”.

Por esta regla de tres, habría que evitar que los predicadores hablaran en público o que los escritores publicaran sus obras espirituales, para que «no llamen “dios” a la obra de sus manos» (Cf. Os 14,4). El riesgo de “endiosamiento” lo tiene cualquier persona que de uno u otro modo salta a la esfera pública. Quizá merezca la pena, en cualquier caso, correr este riesgo, si eso nos permite conocer lo mucho y bueno que se hace en este ámbito. Raro será que un artista cristiano alcance la fama o se gane con ello la vida (en el sentido más pragmático de la expresión, pues quizá gane más de otra “vida”), pero si se les da a conocer y se les apoya, tendrán la posibilidad de ser una alternativa a la música más “comercial”, proponer un mensaje de fe, de esperanza, de solidaridad y compromiso en medio de este mundo. Ése será el trabajo de las productoras, de los medios de comunicación, de las diócesis, de las comunidades cristianas, de los cristianos en general. ¿Será mucho pedir?

* Guzmán Pérez Montiel es salesiano, músico y director de la revista FAST

(Artículo publicado en Portal de Música San Pablo)

Revista FAST "Fe, Arte, Solidaridad y Tú"
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