La oración (tercera parte)


HOMBRE DE ORACION. (continuación).

Ahora bien, la mejor oración es la santa misa. Ojalá que todos los católicos fueran conscientes de su importancia para asistir todos los días y así poder recibir tantas bendiciones que Dios les tiene preparadas. Pero, al menos, hay obligación grave de ir a misa los domingos. Sin embargo, hay quienes van a misa y no comulgan, como si fueran a un banquete y no comieran. A este respecto, la Iglesia insiste, aunque no obliga, en la comunión con ocasión de la misa dominical. Y recomienda encarecidamente la comunión, siempre que se asista a la misa por cualquier motivo.

Los que no puedan asistir a la Iglesia por motivos de enfermedad, incapacidad o cualquier causa grave, pueden oírla por radio o televisión. Para ellos, esto "sería de una preciosa ayuda, sobre todo, si se completa con el generoso servicio de ministros extraordinarios, que lleven la comunión a los enfermos, transmitiéndoles el saludo y la solidaridad de toda la Comunidad" (Carta Apostólica Dies Domini, 54). Pero qué fácilmente muchos católicos se excusan de no tener tiempo, porque están muy "ocupados" o por otros fútiles motivos para no ir a misa ni siquiera los domingos. ¡Cuántas bendiciones se pierden! Estoy seguro de que, si repartieran cien dólares por cada misa, irían todos los días sin faltar. Pues bien, Dios nos da muchísimo más, pero no creemos en sus gracias y preferimos nuestra comodidad o nuestras fiestas y paseos a cumplir con esta obligación de amor con nuestro Padre Dios.

Por esto, ya en la Didascalia, escrito del siglo III, se dice: "Dejad todo el día del Señor y corred con diligencia a vuestras asambleas ¿Qué disculpa tendrán ante Dios aquellos que no se reúnen en el día del Señor para escuchar la Palabra de vida y nutrirse con el alimento divino, que es eterno?" Decía el Papa Juan Pablo II: "En la Eucaristía recibís el alimento que os sustenta para los retos espirituales de cada día. Vuestra pertenencia a la Iglesia no puede encontrar mayor expresión o apoyo que el compartir la Eucaristía cada domingo. Haced de la celebración dominical en vuestras parroquias un encuentro real con Jesús". (Saint Louis, USA, 26 de enero de 1999).

Jesús te espera y te invita a su "cena". No faltes y vete a visitarlo cada día en la Eucaristía.

Déjame entrar, Señor, y estar contigo.
Déjame gozar del remanso de paz de tu sagrario.
Déjame pensar un poco y dialogar contigo.
Soy el mismo de ayer, tu viejo amigo.

Déjame entrar, Señor, que tengo prisa
y déjame decirte que te quiero.

Te quiero, Jesús, y para siempre.
Te quiero con tu Corazón y con María.
Y unidos al Espíritu divino
digamos todos juntos: TE QUIERO, PADRE SANTO, SOY TU HIJO. (Continuará).

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