La oración (primera parte)

En estos días vamos a ir poniendo entre las entradas de blog, una reflexión sobre la oración. Nos la manda nuestro amigo José Luis Elizalde y está hecha por el P. Ángel Peña Benito, agustino recoleto.

El inicio nos ha parecido muy sugerente especialmente la frase de San Agustín. Espero que os guste y os sea útil.


HOMBRE DE ORACION.
"La oración, decía S. Agustín, es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios", ya que nuestro Padre Dios no puede negar nada, que sea bueno, a quien se lo pide con humildad. Por eso, Jesús nos dice: "Pedid y recibiréis" (Mt 7,7). "Todo cuanto pidiereis con fe en la oración lo recibiréis" (Mt 21,22). De ahí que todos los días debemos hablar con nuestro Padre Dios para exponerle nuestras necesidades y problemas. ¡Hay tanto que pedir y tanto que agradecer! Decía S. Agustín: "La gran sabiduría del hombre y toda su ciencia es ésta: saber que por sí mismo nada es y que, si algo es, lo es ciertamente por Dios" (En in ps 70; Sermo 1,1). La oración es el alimento del alma, la energía del espíritu, ya que sin la oración nos faltará la fuerza de Dios para superar los problemas y tentaciones de cada día.

Decía el premio Nóbel de Medicina Alexis Carrel, después de convertirse: "La oración es una poderosa energía del espíritu y su influencia sobre el espíritu y el cuerpo humano es tan demostrable como la secreción de las glándulas. La oración es una fuerza tan verdadera y real como la gravitación del Universo. Rezar es un acto de madurez, indispensable para el desarrollo de la personalidad. Sólo rezando se puede llegar a esa
completa y armoniosa unión del cuerpo, de la inteligencia y del alma que da fuerza al frágil ser humano. La vida entera debe ser una plegaria, porque se vive como se reza". Ahora bien, ¿qué es orar? Orar es hablar con confianza con nuestro Padre Dios, como un hijo habla con su padre. Orar es una comunicación personal y amorosa con Él.

Puede ser con palabras o sin palabras, lo importante es el amor. Puede ser un amor silencioso o un silencio amoroso. Decía Sta. Teresa que lo importante no es pensar mucho, sino amar mucho. Y decía: "Orar es un tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (Vida 8,5). Sin embargo, es triste pensar que muchos ven la oración como si fuera una obligación y sienten disgusto y fastidio de orar. ¿Qué amor podría haber, si les resulta pesado hablar con su Padre Dios? Muchas veces, en mi vida religiosa he acudido a la oración sin saber qué hacer o decir. Simplemente leía o escuchaba los puntos de meditación. Pero pensar no es orar, porque falta amor. Otras veces, el cansancio me dominaba y me dormía. ¿Por qué? Probablemente, porque no tenía mucha voluntad de orar. Y para orar y amar hay que querer. El primer requisito indispensable para orar bien, es querer orar. Lo cual significa, muchas veces, tener que vencer el cansancio o el sueño o la pereza. (continuará).

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