Recuerdos e injusticias

En este día de estar con la familia, de hacer balance del 2007 y propósitos en el año nuevo que comienza. A mi me han venido a la mente algunas cosas, recuerdos y presencias de personas que a lo largo de mi vida han estado ahí como parte integrante de mi historia, unos para bien, otros para mal, unos que han sido significativos y siguen siéndolo, otros con los que he perdido todo contacto aún cuando en su momento fueron importantes para mi.

Junto con esos recuerdos, se hace presente una vez más la injusticia que me tiene aqui ahora. ¿Qué provoca que se haga presente? El ejercicio de la caridad. Y me explico.

Hay un grupo del que aún no he hablado en esta página que es el "GRUPO DE AMIGOS EL PADRECITO" que son un grupo de amigos de mis padres que cuando estuve en Argentina me ayudaron económicamente para el trabajo con los coros de niños. Ellos tienen mucha devoción de la Virgen de Fátima y organizan todos los años una peregrinación al Santuario de Portugal. Todo lo que pueden recaudar lo entregan a las misiones. Y eso me llena de alegría. Hoy mismo me han dado lo recaudado en el año para que siga ayudando a los niños que conozco de mi querida Argentina.

Ahi justo se me hace presente la injusticia. ¡Cuánto desearía poder volver a entregar mi vida en aquellos pagos¡ La injusticia y la obediencia me tienen hoy en otro sitio, trabajando, gustoso, en lo que Dios me inspira. Dios me regala un tiempo de tranquilidad y paz, de misión "facil" pero yo no quiero misiones fáciles, yo quiero volver a pisar barro, yo quiero poder estar cerca del que sufre, del que llora... la mala gestión de los recursos humanos de la congregación a la que pertenezco me tiene ahora en otro sitio... y lo considero una injusticia desde el punto de vista humano, por más que desde Dios pueda sacarle el máximo fruto posible.

Recuerdos, injusticias, estructuras, coherencias, excentricidades,... la vida te da la mano para luego quitártela de golpe... ¡Qué feliz era cuando iba al barrio de San Javier cuando llovía, aún sabiendo que no iría nadie a misa! ¡Qué feliz era en las misas de Lourdes o de Oro Verde animadas por coros de niños o de jóvenes! ¡Qué lejos quedan todos esos recuerdos! ¡Que injusto querer entregar tu vida por Dios y que la vida te lleva a la comodidad más absoluta!

Oren por mi los que hayan tenido paciencia de llegar hasta este punto de esta reflexión... es verdad, y estoy convencido que el lugar es lo de menos cuando uno entrega su vida a Dios; pero, lo que somos de fe pobre y débil necesitamos más exigencia externa para seguir entregándola y no acomodarnos demasiado en este mundo "descafeinado".

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