Música, amor... y Dios

¡Qué bonito! ¡Qué bonito! ¡Qué bonito!

Puede parecer un poco cursi, pero es parte de algo en lo que vengo pensando últimamente.

Con la cercanía a estas fechas de Navidad, todo el mundo habla de amor, de paz, de solidaridad, a todo el mundo le da por ponerse dulzón y acaramelado. Parece que estas fechas del año sacan de nosotros esa vena, buena, amable, entrañable tan típica por estas fechas.

Expreso un deseo. La música hace que las personas nos relajemos, para cada momento de nuestra vida tenemos un canto que podría definirnos e incluso nos acompaña. Cuando éramos niños y actuamos en el colegio, en aquel baile donde encontramos al primer amor adolescente, en aquella fiesta familiar, en una boda... tantos sitios, lugares y experiencias bañados de música.

Hay dos herramientas para poder ser felices en esta vida, para llenarnos de momentos de alegría y felicidad. Esas herramientas son la música y el amor. Si conjugas las dos nada puede salir mal, todo tiene solución... serían las dos herramientas más revolucionarias para conseguir cambios en este mundo. Y si añadimos a Dios que es el que da vida y esperanza... lo tenemos todo.

Pongamos en nuestras vidas esta Navidad, música y amor, y dejemos que Dios ponga lo que falte para seguir renovando el mundo y anunciando la Buena Noticia de Dios.

Aún no les he contado el diálogo con "el flaco" pero no me he olvidado... ya vendrá.

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