La cara B

En los desaparecidos discos de vinilo, en concreto esos que iban a 45 r.p.m. y que solían ser los singles del grupo de moda, tenían una cara B, un lado B, o como lo llamaran en cada sitio. Ahí solían albergar canciones del grupo o solista, pero de esas que nunca pasarían a la historia de música. Siempre me llamó la atención que gastaran tiempo y dinero en poner "algo" pero que normalmente no era ni lo que la gente compraba ni lo que después iba a escuchar como primera opción. Pero claro, el esfuerzo, el desarrollo musical, la instrumentación,... todo estaba hecho al primer nivel aunque no alcanzara al gran público.

Hoy he tenido una experiencia con esa cara B de la música. Preparando la misa de nochebuena he estado ensayando con un grupo de viejitas adorables, de esas que siempren están al pie del cañón y que este año hasta se han animado a incorporar canciones nuevas en el repertorio navideño (por aquello que como tienen un curita que le gusta la música y ensaya con ellas hay que esforzarse...)

Y mientras cantábamos pensé en esa cara B. ¿Empeño? Todo el del mundo. ¿Dedicación? Llevamos desde los primero días de noviembre ensayando una vez por semana una hora y ahora en el tramo final del adviento, dos veces por semana. ¿Ganas? No hay duda que tienen ganas de cantar ese día y que salga todo muy bonito. ¿Calidad musical? Quizá no demasiada, pero en este caso ¡qué importa!

Creo que hay lados B de la música y de la vida diaria con mucho más valor que grandes éxitos de público. En esto de la música, y más aún de la música cristiana, podemos medir el éxito desde el empeño, la dedicación, las ganas, antes que por otras cosas. No hay duda que a todos nos gusta una canción bien hecha y bien arreglada y con buenas voces e instrumentos, pero una cosa que no quita la otra.

La fe mueve montañas y a los ojos de Dios, la cara B podría ser la cara de Cristo en la cruz. Y esa cara es la que nos salva.

Bendiciones a todos... y que siga sonando la música de Dios. Hasta mañana.

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